Alexis Portela, un hijo de Imperio

La historia de Alexis Portela con Imperio Juniors es como la de todo aquel que ingresó desde pequeño a una institución y se enamoró a primera vista y para siempre. Es que tanto él, como su hermano (Matías), jugaron en el club, cumpliendo con el legado familiar.

En la actualidad, luego de recorrer diversas categorías -fue ayudante en la Tira B durante el 2011, pasó por Mini B a los dos años y posteriormente saltó a la Tira A, es el entrenador del Minibásquet e Inferiores B.

«La idea es trabajar con la misma línea que se sigue en las Inferiores, con una metodología parecida, iniciando con el aprendizaje de los fundamentos desde chico, para que los entrenadores de inferiores puedan moldear al estilo de juego que quieran practicar. Con los chicos busco que disfruten, se diviertan jugando y a la vez aprendiendo los contenidos que tratamos de enseñarles. Trato de sacarle la presión a la competencia, para que les sirva para crecer como deportistas», confesó.

Por otro lado, acerca de las Inferiores B aseguró:»Quiero seguir las mismas pautas de trabajo que la Tira A y que la Primera, para que los jugadores estén capacitados para jugar tanto en una Tira como la otra, sin que haya una gran diferencia. No priorizamos los resultados, sino la formación integral de los chicos, y que la competencia sea una instancia mas dentro del aprendizaje. Este año nos encontramos con un nivel fuerte en la Zona 2, y eso sirve para ayudar a aumentar la intensidad y la seriedad en el trabajo”.

“Desde principio de año se nota un cambio positivo de los jugadores, entendiendo la idea de juego y se observa un progreso día a día, tanto individual como colectivo. Ese es uno de los objetivos planteados para este año. Hablo mucho con los chicos para que aprendan mirando partidos de Básquet, y creo que un excelente ejemplo es San Antonio Spurs, que tienen un gran juego en equipo e incluso los mas experimentados entienden su rol, en pos del beneficio del grupo», finalizó con el entrenador.

FUENTE: Adrián Rosa
FOTOGRAFÍA: José Rechusky