Valcarcel, director del SAME

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Actualizado: junio 8, 2015

Entrar a la central del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME) es entrar a la meca de las emergencias médicas. Allí, en la intersección de Monasterio y Amancio Alcorta, en Parque Patricios, funciona el punto operativo principal del 107, el famoso número telefónico. Allí, el tiempo y la disciplina son fundamentales para salvar vidas. El doctor Oscar Valcarcel (M.N N° 58.166), director del SAME, es consciente de todo esto y uno de los encargados de que todo funcione de manera perfecta. Porque cuando se trata de salud, el margen de error debe ser nulo.

Valcarcel hizo un alto a la adrenalina de su trabajo y le brindó a FEBAMBA 22 minutos de charla en su oficina para hablar de cuestiones básicas que se deben tener en cuenta a la hora de prevenir y en caso de emergencias . Una palabra autorizada para seguir detenidamente y darle la importancia que se merece.

-¿Cómo pueden tomar conciencia los clubes a la hora de una emergencia?
-El punto pasa por algo sencillo. No creo que haya inconvenientes con instituciones grandes, que hace años que están, tienen una masa societaria muy grande y financieramente se la pueden bancar. Esa gente tiene la cosa bastante armada. Creo que el problema pasa por lugares más chicos o de menor cantidad de afiliados, que generalmente se quedan tranquilos con llamar a tal lado si pasa algo. La cuestión pasa por lo siguiente: independientemente del lugar que vos hables, cuando hablamos de emergencias lo hacemos de situaciones que son tiempo dependientes. No se empieza a contar desde que llega el recurso, sino que se cuenta desde que sucede el incidente. En realidad, lo que habría que hacer es tener preparado todo previamente. Hacerlo no es un gasto, es una inversión, de alguna manera es como pagar un seguro. Con que esto se necesite una vez, ya está totalmente cubierto. Por otro lado, hay determinado tipo de patologías que quizás no se puedan llegar a detectar con los controles habituales de rutina, así que no alcanza con decir que es gente joven, deportista y entrenada. En todos lados ha habido sorpresas.

-De hecho, acaba de pasar en el fútbol del ascenso…
-Claro, sin ir más lejos. También es cierto que en forma previa se pueden detectar cosas hasta un cierto punto, porque hay cosas que son indetectables. Por lo tanto, primero es fundamental un correcto examen de salud de la persona, que no pasa por el certificado que le hizo el médico del barrio, sino por una evaluación completa desde el punto de vista cardiológico, ortopédico, traumatológico y demás. No puede ser que todavía haya gente que esté haciendo deporte de alto rendimiento sin tener una prueba de esfuerzo cardiológico, porque aclaremos que un electrocardiograma normal no sirve para nada. Y en segundo lugar hay que tener todo preparado en el lugar donde ocurre la emergencia, que no pasa por el carrito y el médico del deporte. Ellos están capacitados para lesiones traumáticas que tienen que ver con el deporte, pero yo quiero ver a uno asistiendo un paro cardiorespiratorio. Ojo, tampoco eso es una ciencia elevada, pero hay que tomarse el trabajo de capacitarse para eso. Además, si no tenés equipamiento vas a poder hacer poco, así que hay determinadas cuestiones para las que a esta altura no hay excusas. Personal médico entrenado, un móvil de traslado equipado, previendo la posibilidad de que haya que hacerlo, medicación y equipamiento son cosas tan básicas como la pelota. Después, si uno quiere tener en el lugar que juega una enfermería equipada con un shockroom mejor, obviamente.

-¿Cuáles son las necesidades bien básicas que debería cumplir un club de barrio? Porque sabemos que la mayoría no puede afrontar requerimientos específicos.
-Como mínimo hay que empezar por lo que tenemos en casa. Desinfectantes, vendas, gasas, tela adhesiva, ese tipo de cosas, aunque sea para colocar un apósito sobre una lesión. De todas maneras, siempre conviene prepararse para lo más grave y no quedarse corto. Entonces, la presencia de un cardiodesfibrilador, material para intervenir sobre una vía aérea, una tabla rígida espinal para inmovilizar una columna y collares cervicales no se discute. Con todo ese tipo de equipamiento podemos bancar una determinada situación. Si tenés todo eso, también tiene que estar la persona que lo sepa manejar.

-¿Existen cursos de capacitación que cualquier persona pueda hacer?
-Hay cursos de todo, desde pintura sobre tela hasta de manejo avanzado de vía aérea. El tema es que se interesen y los tomen. Yo puedo hablar de nuestra experiencia. SAME tiene un programa que inicialmente era para el recurso propio. Luego se abrió a la comunidad, por lo que cualquier hijo de vecino puede hacer un curso de primeros auxilios y reanimación cardiopulmonar básica, que a nuestro modo de ver debería ser un contenido que se de en la escuela secundaria. Después hay cursos más específicos, como manejo del trauma, vía aérea o reanimación cardiopulmonar avanzada, que están dirigidos a profesionales de la salud. Algunos son abiertos y puede ir cualquiera y otros son cerrados porque requieren otro nivel de capacitación. Yo no puedo enseñarle a poner un tubo en la tráquea a alguien que no está habilitado para hacerlo. Son maniobras que implican una cierta potencialidad de daño si no se hacen correctamente.

-¿Qué importancia le das al desfibrilador?
-Mirá, la estadística dice que en cualquier lugar por donde pasen 100 mil personas durante un año debe haber uno fijo. Hay una ley de la ciudad acerca de la implementación del desfibrilador en lugares públicos que está en la Legislatura gestionándose y que habla de, por ejemplo, de estadios deportivos e instituciones educativas, de lugares que generan concentración de personas. Hay varios modelos de desfibriladores, cualquier cantidad. Algunos se han diseñado de tal manera para que cualquiera lo pueda utilizar, porque el equipo mismo es el que detecta si hace falta aplicar una descarga eléctrica, se carga y pide que vos lo acciones, no dispara solo. Con esto se elimina la posibilidad de lesiones. La gente tiene en mente lo que ve en las series de televisión y piensa que cualquier persona que tenga un paro cardiorespiratorio necesita un choque eléctrico. Esto no es así, eso es falso. El hecho de que tengas el aparato no significa que lo debas usar en ese paciente, sumado a que nadie te garantiza que su utilización vaya acompañada de éxito. De hecho es muy importante que hasta que llegue el desfibrilador haya alguien que sepa hacer maniobras básicas para mantener al paciente en condiciones de recibir luego el tratamiento específico.

-Decías que hay distintos tipos de aparatos. ¿Cualquier club puede acceder sin problema a ellos?
-No son prohibitivos ni mucho menos. Hay diversas marcas, modelos y calidades. Obviamente, cuando uno habla de salud tiene que pensar en no buscar precio sino calidad. Hay algunos estadios del país que se hacen llamar cardioprotegidos, lo que aun no entiendo bien que significa. Una de las condiciones que ponen para acreditarlos de esa manera es la presencia de estos aparatos y de personal entrenado. Los que son accesibles a cualquiera se llaman desfibriladores externos semiautomáticos. Los podemos encontrar en los aeropuertos, shoppings, etcétera.

-¿Cuál es la estadística y tipos de incidentes que se dan en eventos deportivos barriales?
-Gracias a Dios es baja desde el punto de vista cardiológico. Sí hay mucha incidencia de lesiones traumáticas. Nuestro momento problemático es el viernes a la noche, donde todos los gorditos salimos a jugar al fútbol y nos hacemos bolsa. En una época teníamos problemas terroríficos con las canchas de paddle. Los traumatólogos se hicieron la vida reparando tobillos y ligamentos cruzados. Cada deporte tiene un patrón de lesión típico. Si a eso le agregás que la actividad la hace una persona que no está entrenada se complica todavía más. El sábado a la tarde, en un partido de solteros contra casados, algún desgarrado podés tener, y agradecé si no tenés un infartado. Con todo esto tenés un mapa de la zona y de qué es lo que puede llegar a pasar.

-¿Qué cuidados considerás que hay que tener en veteranos?
-Todos. Yo creo que tienen que tener hechos los estudios de control previos con el mismo rigor que un deportista profesional. Mal que nos pese, después de cierta edad necesitamos más mantenimiento. Una persona de más de 50 años que esté compitiendo en alto rendimiento es medio riesgoso. En general, los deportistas de alta competencia llegan hasta una cierta edad y después se transforman en instructores. Hay un tiempo para sembrar y otro para cosechar, esto es así.

-¿Cómo hay que actuar en una situación de paro cardiorespiratorio repentino como el que hace poco ocurrió en el fútbol del ascenso?
-Lo que voy a decir es con todo respeto a la gente que quiso ayudar. A un paciente que está con un paro cardiorespiratorio no puedo darle aire con una camiseta. Si el tipo no respira, yo lo puedo soplar 15 días que el aire no va a entrar. La respiración es un proceso activo, en el cual yo tengo que generar una diferencia de presiones para que el aire entre y salga. Sacudiendo una camiseta lo único que hago es enfriarlo, y encima al estar en paro lo estoy llevando a la hipotermia, así que las pocas posibilidades que tiene de sobrevivir se siguen reduciendo. Ojo, lo hicieron de buena onda, pero conviene tener a alguien que les diga que eso no se hace. De última, si se quiere hacer algo puede ser una respiración boca a boca, que es mucho más efectiva y eficaz. No lo hicieron para embromarlo, pero en algunas cuestiones la ignorancia es riesgosa. Por eso, en emergencia, nosotros decimos que el que define el destino del paciente es la primera persona que lo toca, entonces más vale que lo haga bien. Lo otro importante de resaltar es que acá la intuición y la creatividad no funcionan. Si no sabés que hacer, es preferible que no hagas nada, porque el riesgo de agravar las lesiones que ya están es muy grande.

En el final de la charla, Valcarcel explicó la manera de proceder al momento de una llamada de emergencia al 107 (número del SAME), tanto de parte del solicitante como del operador. “Todos los operadores de los sistemas de emergencias médicas están en condiciones de dar algo que nosotros llamamos instrucciones de prearribo, que es una serie que cosas que puede hacer la persona que está con el paciente antes de que llegue la ambulancia. Nosotros podemos guiar a una persona para que haga una reanimación cardiopulmonar, una desobstrucción de vía aérea, comprimir el sitio de un sangrado y demás. Eso al paciente lo beneficia, porque cuando llegue el móvil va a estar en mejores condiciones. Por otro lado, y esto lo digo siempre, los humanos no somos elefantes. Los elefantes, cuando caen al piso, tratan de ser incorporados por el resto de la manada. Es una acción instintiva de conducta animal. Pero si una persona se golpea y está en el piso no lo muevan, por Dios. Podemos transformar una lesión de columna vertebral que se puede corregir e inmovilizar en una lesión medular que no tiene vuelta. Dejemos a la persona como está y que no se mueva, porque de lo contrario puede ser terrorífico”, dijo.

Y agregó: “La respuesta típica cuando preguntamos por teléfono qué tiene el paciente es ´y, si supiera sería médico´. A ver, dejando de lado el tema, una persona puede contar lo que pasó con el paciente. Necesitamos que nos orienten un poquito y saber dónde está, porque no es lo mismo que te digan que está en la intersección de tales calles o en el interior de algún lugar. Esto lleva un tiempo de localización. A veces nos pasa que llegamos al lugar y, hasta que encontramos al paciente, se pierde tiempo. Vos que vas todos los días al lugar lo conocés bien, pero nosotros no. Entonces, lo que muchas veces pedimos es que haya alguien en la puerta para guiarnos y acceder. Se puede ganar tiempo con cosas muy simples como estas. Además, la persona que llama al 107 tiene que ser la última que corta, nunca el operador. También pedimos el número de teléfono para volver a contactar en caso de que necesitemos más datos del lugar adonde vamos o para localizar al paciente”.