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Las vueltas de la vida. Nunca mejor dicho para Ezequiel Chiesa, un jugador que decidió abandonar el básquetbol por una cuestión de amor e identidad por su club. Y esas vueltas hoy lo depositan bien lejos de su país pero feliz por sus decisiones a través de los años, como aquella que debió tomar y le cambió el futuro.
A mediados de 1978, Ezequiel estaba federado en Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque, una época de glorias y resurgimiento para la institución. “Se había puesto muy competitivo. Venían muchos jugadores de Ferro o San Andrés para jugar en el club, incluso algunos que llegaron a la elite como Fernando Labella, que jugó toda su carrera en Italia, y ´Paco´ Festa”, recuerda.
Al llegar a la categoría juveniles debió razonar sobre qué quería de su carrera. Con la competencia en el puesto de base junto a Fernando Labella, con pasado en Scavolini Pésaro de Italia, y un histórico de la Liga Nacional como “Paco” Festa, sus oportunidades perdían peso dentro de su club.
Cuenta con precisión aquel día cuando “el entrenador Gustavo De Benedetti me propone ocupar una plaza en River, que de hecho soy hincha aunque no esté muy atento a lo que pasa, pero la verdad que yo soy mucho más hincha de Parque y no me imaginaba nunca estar jugando en contra de GEVP, y decidí dejar el básquetbol con mucho dolor”, asimila Chiesa.
Cerrada una etapa de su vida, la vocación empezó a tomar valor durante esos años de transición. Apostó por la Orfebrería pero “no me fue bien. Me cansó un poco cómo manejan el mercado. Por mi historia, lo veía como algo creativo y cuando trabajas en algún compañía pasas a ser un obrero”, sostiene.
Sin embargo, el verdadero gusto estaba en otro lado y lo conoció a través de un problema de salud que sufría desde la infancia. “Era un cuadro intestinal crónico, digo así porque no sabían decirme qué era, pero una eminencia de la medicina pudo diagnosticarme que tenía una alteración en el metabolismo”. Mientras, los medicamentos pasaban por su organismo y el aumento de la dosis sin efecto alguno, hasta que la cocina se cruzó en el camino. “Un día me encontré a un primo mío que se dedicó a la cocina macrobiótica. A raíz de esto, al verlo tan bien, decidí cambiar mi dieta y, a partir de ahí, nunca más tomé los remedios”.
En una mezcla de suerte echada y cuentas pendientes comenzó su travesía en Europa. Seis años en España, pasando por Ibiza, Barcelona y Valencia, donde dedicó cuatro de esos años al estudio y otros cinco a trabajar en el restaurant de la escuela. “Me dediqué a la medicina tradicional china en relación a la alimentación y comencé a estudiar en Valencia durante todos esos años”, menciona.
Este recorrido le dio una oportunidad a Ezequiel Chiesa de conocer otra cultura. Actualmente es el cheff particular de una personalidad destacada en Azerbaiyán, luego de un verano en España donde conoció a una familia y hoy trabaja de forma privada. Esta situación lo llevó a mantener una cierta ética sobre la responsabilidad y el resguardo de la intimidad sobre el lugar donde desempeña su labor.
Asume que le cuesta un poco relacionarse con la gente local aunque su adaptación fue rápida. “Hay costumbres totalmente distintas. Es decir, son más conservadores. Además, formaban parte de la Unión Soviética, pertenecieron al régimen socialista más largo de la historia. Eso marca una diferencia con nosotros, donde somos abiertos y sociables”. Lugares donde se guardan sus hábitos y costumbres a través de los años.
Para aquel jugador de GEVP que el corazón le marcó por dónde tenía que trasladarse, a este profesional que hoy disfruta de haber tomado aquella decisión. “Era mi aventura y acá estoy, ya van a ser tres años que me encuentro en Azerbaiyán, incluso ya renové mi contrato”, suena orgulloso Ezequiel.