Gonzalo Gómez vuelve a sonreír tras su enfermedad

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Actualizado: noviembre 23, 2017

Minutos antes de comenzar a jugarse el tercer punto de la serie entre Estudiantil Porteño y Berazategui, Gonzalo Gómez ve correr cerca de la banca a su hijo Máximo, y le cuenta una anécdota al cronista.

«Él (por su hijo) estaba en el proceso de adaptación en el Jardín de Infantes, y debiamos quedarnos, porque va a Salita de 3. No quería quedarse, y lloraba antes de entrar; mi señora (Natasha) trabaja y en esos momentos nos turnábamos en llevarlo. Cuando empiezo con el tratamiento, lo lleva la madre, teniendo que ir a trabajar; entonces, él se quedó solo, como entendiendo la situación. Y a partir de ese día no lloró mas…».

Se quiebra y pide disculpas; quedan ambos en charlar otro día, así no se lo perturba en sus funciones de entrenador de un equipo que cayó ante el local, y culminó allí su participación en este 2017. Pero en esta nueva vida de Gonzalo, un resultado deportivo, no le va a cambiar el eje de sus prioridades. Tras aquella noticia del verano, cuando se le detectó un problema físico delicado, su realidad viró a la familia, que completa la pequeña Valentina. Lo demás, importante pero aleatorio.

«Ahora está todo normal; sin volverse loco, porque varios dicen que esto va mucho en la cabeza. Entonces me tomo las cosas con mayor tranquilidad, aunque en esos momento debimos adaptarnos principalmente a horarios. Porque llegaba a casa luego del tratamiento, y dependía de mi mujer o los abuelos de los nenes, incluso tíos, para que los cuiden. Porque quedaba de cama al regresar, en esos cinco días semanales de quimioterapia. Fue paso a paso, hasta hace poco, cuando me dieron una glucosa radioactiva, debí estar aislado todo un día alejado de ellos. En situaciones así es cuando debimos adaptarnos a la nueva vida en casa», explica Gonzalo, muy recuperado físicamente, y un semblante luminoso acompañado de los afectos, su tesoro invaluable.

En medio de ese escenario, se le pregunta si hubo un momento donde debió sentarse frente a ellos, y explicarles lo que estaba pasando.

«En realidad nunca le dijimos nada, pero fuimos al pediatra por los miedos como padres; queríamos saber si lo que tenía podía ser hereditario. El pediatra dijo que no, y también nos remarcó que ellos entendían todo el panorama de su casa, y podrían sufrir alguna alteración en su carácter. Pero nunca le dijimos nada, tené en cuenta que ellos a esa altura tenían tres y un año, muy pequeños para entender ciertas cosas, aunque obviamente se daban cuenta. Incluso el mayor después tomó de manera natural que su papá fuera y regresara del hospital», comenta.

Dentro de una cancha, dando indicaciones a sus jugadores. Su esposa e hijos en la tribuna, acompañándolo. Para Gómez, casi como la plenitud de la vida.

«Sin dudas, Ya de por si me crié en Berazategui, y era estar todo el día allí. Mi señora trabaja los sábados, entonces mi hijo está conmigo durante los partidos; se queda sentado en el banco y si hay minuto se levanta y vuelve cuando termina el tiempo muerto. Cuando podemos ir todos, vamos todos, y ellos contentos. Igual yo, porque si no tuviera su compañía, todo sería mucho más complicado. Feliz, muy feliz de tenerlos», expresa con agradecimiento y emoción.

Junto a ellos, sin dudas el apoyo de todo el ambiente del básquet fue fundamental en este proceso de recuperación.

«Fue increíble. Uno ha vivido tan alocado que no se da cuenta de la ayuda no solo de ex clubes,entrenadores y compañeros. También contrincantes, jugadoras que nunca dirigí. Fue terrible el cariño recibido, podría nombrarte millones de anécdotas y la verdad trato de agradecerle a cada uno, cada vez que los veo. Fui el otro día a Sunderland y agradecerle a Mónica, o Teléfonos, donde me crucé con su entrenador, con quien nunca había hablado, y le agradecí el mensaje que me enviaron sus jugadoras. Mucha gente a través del Facebook me brindó palabras de fuerza y aliento; trato entonces de devolver lo mismo a quien lo necesite. Tal vez no lo pensaba, pero los deseos de ayudar son proporcionales a lo recibido», asegura.

Dice enfocarse ahora en los asuntos trascendentes de la vida. Y si bien la lucha continúa, aunque los médicos le dijeron que siguiendo el plan de medicación y controles, todo quedará como un feo recuerdo. Entonces la pregunta es cuáles son los aspectos donde prioriza sus sentidos.

«Obviamente la responsabilidad del trabajo y bienestar de la familia se mantienen, pero  aprendí a disfrutar los momentos, cada instante con los nenes, poder ir a la plaza o al club a jugar un poco a la pelota. Cuando uno está con la cabeza a cien mil se le pasan esos detalles, pero cuando llegan situaciones como las que me tocó vivir, entendés que no las podés perder ni descuidar. Disfrutar la familia me hizo bajar a tierra de toda la vorágine en estar corriendo de un lado a otro; venía con el pie en el acelerador a fondo, sin bajar un cambio. Perdía un partido y llegaba enojado a mi casa, y ellos me tenían que aguantar. Hoy el enojo dura poco, pero lo aparto de ellos. Solo me enfoco en disfrutarlos, y aprovechar los buenos momentos de la vida».

Gonzalo Gómez. Tras unos meses de incertidumbres, vuelve a sonreír mirando su nuevo horizonte.