Lucas Picarelli brindó una clínica en Midland

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Actualizado: diciembre 29, 2017

«De los chicos que vinieron, uno pidió permiso para estar. Hace un año llegó al club con un folleto, preguntando si podía tomar las cinco clases gratis promocionadas allí. Obviamente se quedó, pero lo interesante es que apenas terminado el taller, y yo me puse a jugar un rato con ellos, se fue solo contra una pared a realizar los ejercicios practicados en la clínica. Eso me demostró el significado de la ayuda que un club puede dar desde lo social; porque podría estar en ese momento en cualquier otro lado, no tan saludable como jugar un deporte. Sin embargo vino, escuchó, aprendió conceptos, formas de esforzarse. Y entender que con entrenamientos, conducta y seriedad se llegan a cosas importantes. Y ser parte de un evento así, con ese sentido social y educativo, es parte de devolverle un poco de todo lo recibido desde el deporte por lo que regresé muy contento. Disfruto poder hacer estas cosas».

Las palabras corresponden a Lucas Picarelli, jugador con una vasta trayectoria en el básquet argentino, quien en la actualidad es el base de Villa Mitre en la Liga Argentina, en esta interesante fusión con Obras Basket, de intercambio con jugadores formativos de ambas entidades y darle rodaje en el segundo escalón nacional. Rodeados de jugadores experimentados, entre ellos el propio Lucas, quien al igual que en Independiente de Tandil, comparte plantilla con su amigo Leandro Portillo, hijo dilecto del «Funebrero» de Libertad.

«Soy amigo de Porti, y desde hace meses me decía de poder dar en Midland lo que hago en Ferro, enseñar fundamentos. Entonces me dijo si podía ir allí, a lo cual le dije que sí enseguida, porque son lindas experiencias. Además, los chicos me comentaban sobre el rol del club en esa ciudad, con mucha impronta social, con bastante consideración por una realidad económica dura. Entonces, ayuda mucho a los chicos, y por esa razón fue una linda tarde, porque no solo me dieron la posibilidad de dar una clínica, sino también pude aportar un granito de arena en esta función de prestar servicio importante al barrio», expresa Lucas, en la noche del tórrido jueves, descansando de lo que significa la intensa agenda de su equipo en la Liga Argentina.

Como ejemplo específico acerca de la mención a las carencias económicas de un sector mayoritario de los jugadores funebreros, Picarelli comenta que ese mismo joven ansioso por aprender y aplicar los conceptos escuchados en la clínica, llegó a la cancha con las mismas zapatillas con las cuales se presentó un año atrás.

Este tipo de eventos le ayudan a recordar aquellos años, cuando en su club de origen, Pinocho, soñaba con poder jugar un día básquet de manera profesional.

«La situación es muy similar, porque me crié en una placita de Saavedra, a dos cuadras de mi casa, que tenía una cancha de básquet; vivía allí, jugando. Soy un producto de un club barrial, por eso los entendía perfectamente a los chicos. De hecho, me sorprendió cuando los junté e hicieron la arenga «1,2,3 Midland»; pegaron un grito impresionante y eso demuestra el sentido de pertenencia que van generando con su club. Sin dudas me pude retrotraer a aquellos años. Recuerdo cuando era chico, escuchaba acerca que por Pinocho había pasado Cristian Aragona, quien jugaba Liga Nacional en Ferro Carril Oeste; nosotros nos asombrábamos que de esa misma cancha salió un jugador de Liga. Eran las situaciones normales de un club chico, cuando tiene alguien importante surgido de allí, y entonces te motiva saber la posibilidad de ser formado en tu club, y soñar con llegar a lo mismo. Fue una experiencia muy linda, y seguro se repetirá nuevamente», afirma Lucas, mencionando las sensaciones tras compartir ese tiempo con jovencitos llenos de ilusiones.

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La clínica fue de dribbling, separada por turnos, de acuerdo a la edad de los asistentes, quienes se dieron cita en buen número. Además de los jugadores, estuvieron presente los entrenadores de la entidad, encabezados por Patricio Caris, el responsable de la Primera, quien tuvo una enorme temporada en su regreso a los niveles formales de FeBAMBA, accediendo a la fde la Copa Oro en la conferencia Oeste, donde cayó en tres juegos ante Universidad de La Matanza.

«Hice hincapié en lo que me parece son las partes fundamentales del dribbling, cuando se quiere entrenarlo. Picarla fuerte y mantener la postura; pero siempre picarla fuerte, no importa el error. Conceptos cortos, pero con la idea que ellos puedan llevarse unos conocimientos que le servirán en el futuro», señala. Y con respecto a la posibilidad de aconsejar a los jugadores, quienes lo veían como alguien de Liga, a lo cual no están acostumbrados en asiduidad, agrega:

«Si, pero no de la parte táctica-basquetbolística, sino consejos sobre cómo poder mejorar. Venir antes a un entrenamiento y ponerte a picar la pelota, ser constantes, la idea que entrenar más, ayuda a mejorar. En sí, aconsejarles lo que me resultó a mi, y ojalá se lo hayan llevado».

Finalmente, la consulta sobre sus sensaciones en esta primera parte de la temporada integrando el plantel de Villa Mitre.

«Contento, porque el año pasado no pude jugar, debido a una operación. Esto significó una vuelta a una división de jerarquía, y feliz por eso, de ser parte del proyecto Mitre-Obras, que fomenta las inferiores de ambas instituciones. Entonces, tenemos mezclados jugadores con experiencia, junto a chicos con todas las ganas de progresar y sobre todo, con mucho hambre. Es algo distinto a lo acostumbrado en uno, pero ves a las dos entidades con toda la fuerza. Volveremos con la intención de revertir este último pasaje negativo y retornar rápidamente a la victoria», expresa.

Lucas Picarelli, base con una vasta trayectoria en clubes de la Liga Nacional. En medio de sus vacaciones, se tomó el tiempo para acercarse a Midland, y dar un taller. Pero sobre ello, transmitir a quienes se inician en este deporte, su pasión, su experiencia y conocimientos a jóvenes que en sus mentes acuñan los mismos sueños e ilusiones que el propio Lucas acunaba en la plaza ubicada a dos cuadras de su casa paterna, en Saavedra, cuando deseaba ser un día jugador profesional.

FOTOGRAFÍA: Gentileza Prensa Midland