Nicolás Leguizamón, un árbitro de selección

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Actualizado: abril 13, 2018

Para los amantes del básquet desde pequeños, casi desde la cuna, la pasión y el amor por el deporte de la pelota naranja es algo que se extiende a lo largo de los años, por eso que historias de jugadores que se convierten en entrenadores o árbitros hay muchas y cada una con su condimento especial.

Nicolás Leguizamón es un árbitro recién egresado de la cuarta camada de la Escuela de FeBAMBA, es uno de esos casos habiendo sido uno de los jugadores de los «buenos» en inferiores, con paso en varios procesos de selección, hoy disfruta del básquet desde la función del arbitraje.

«Juego al básquet desde los ocho años, es algo que mamé de chico y para es mi es como si fuera el amor de mi vida. Hoy con 29 años tengo otras prioridades por sobre ser jugador, pero a la vez quiero seguir ligado y creo que el arbitraje es una linda forma de seguir conectado con el deporte que amo», expresó Nicolás esgrimiendo las razones de su cambio de rol.

Para los que comienzan a arbitrar, el minibasquet es el primer paso, donde además de ser los «jueces», también en ciertos momentos de los partidos se transforman en los «cómplices» de los chicos, enseñándole algunas cuestiones disciplinarias y de respeto.

«Ser árbitro es algo que me gusta mucho, en esta etapa de aprendizaje no solo se cumple el rol de tratar de impartir justicia, sino que también se busca corregir y ayudar a los chicos a que tengan una buena conducta deportiva», expresó.

Las jornadas de juegos del minibásquet suelen ser festivas, cada padre se levanta un sábado o domingo a la mañana para ir a ver sus hijos disfrutar del deporte que eligieron. No obstante, algunos padres no comprenden esa cuestión.

«Lo más complicado por ahora es lidiar con los comportamientos de los padres, que en algunos casos se extralimitan y no entienden que son chicos jugando y divirtiéndose», sintetizó Leguizamón.

Viajando hacía el otro costado de la entrevista, la de jugador, Nicolás tuvo la suerte de ser parte de selecciones de FeBAMBA, donde además de participar se dio el gusto de ser campeón en la categoría juvenil.

«Estuve en selecciones de FeBAMBA desde infantiles y tengo los mejores recuerdos porque gracias a eso pude recorrer el país y hacer distintos grupo de amigos, lo cual es otra parte importante del hecho de practicar un deporte. En Mendoza siendo juvenil salimos campeones en 2005 le ganamos la final a Buenos  Aires y a esa edad, ser campeón es un recuerdo imborrable que queda para siempre», expresó.

«En ese Argentino enfrentamos a muchos jugadores que hoy triunfan en la Liga Nacional como Selem Safar, Alejandro Diez, Diego Gerbaudo, Leonel Schattman entre otros y de compañero teníamos a un pibe llamado Nicolás Laprovittola (risas), que era cadete y jugaba para juveniles», agregó  Leguizamón, quien arrancó su carrera como jugador en Defensores de Hurlingham y luego pasó a Deportivo Morón y Banco Provincia en formativas y en el cierre jugó sus últimos cuatro años para Universidad de la Matanza, para darle paso desde hace dos al referato.

Retomando la charla con la profesión árbitro como tema principal, Leguizamón hizo su análisis de lo que fue el curso dictado por la Escuela de Árbitros de FeBAMBA: «El curso me pareció bárbaro, Carlos Presas fue como un padre para nosotros en este tiempo, nos retaba cuando tenía que hacerlo y nos distendíamos cuando correspondía. La verdad que aprendimos bastante en este año que duró el curso, ahora con muchas ganas de dirigir y volcar lo aprendido en la cancha».

Como en todo carrera que se empieza los sueños son un motor para transitar los desafíos y mostrándose centrado a la hora de ponerse metas, Nicolás destacó: «Hay muchas competencias, tenemos que estar preparados para lo que toque. Obviamente cuando más alto sea el nivel mejor, pero se que tengo que mejorar día a día, aprender y ojala pueda en algún momento llegar a arbitrar en la Liga Nacional».