Los Cocha: pasado y presente

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Actualizado: abril 5, 2015

-Facu, él me pregunta que tenía mi viejo que me gustaría tener a mí y no sé qué responder.
-Tu viejo jugaba bien, Tomás.

La broma y las risas son de Facundo Vázquez hacia Tomás Cocha, uno de los protagonistas de la charla. Es el final de un entrenamiento cotidiano y los chicos de las inferiores de Obras Basket aprovechan para “gastar” sanamente a Tomás cuando lo ven frente al grabador. El base, hijo del histórico Gabriel Cocha, se presta para hablar sobre cómo construye su propio camino. Pero en escena también aparece Gabi para hacer un repaso de su carrera y contar cómo acompaña al nene.

Hasta los nueve años, jugó en Gimnasia de Comodoro Rivadavia, donde su papá dejó grabado su nombre y se metió en la historia grande del club al ganar la Liga Nacional en la temporada 2006/07. Después, el destino los condujo a ambos a Capital para jugar en Obras.

-¿Qué significa tu papá para Gimnasia?
-Es un ídolo porque consiguió un título histórico. Él era el capitán y uno de los referentes del equipo, es una persona muy reconocida y querida.

-Lo empezaste a ver jugar ya de grande, ¿no?
-Lo agarré de viejo, cuando estaba más tirador que nunca y no defendía a nadie (se ríe). Dicen que es uno de los mejores jugadores de la historia de la Liga Nacional.

-¿Qué tenía tu viejo que te gustaría tener a vos?
-Que juega bien al básquet (risas). De joven tenía un salto impresionante. Quizás yo no tengo el físico que tenía él cuando era chico. Era muy fuerte cuando encaraba hacia el aro.

-¿Te aconseja mucho?
-La verdad que sí. Es una ventaja que tengo como jugador, porque a esta edad uno tiene muchas dudas. Tener al lado un referente como mi viejo, con 20 años de carrera, es muy bueno. Le pregunto cualquier cosa y siempre me responde, es muy lindo. Me siento un agradecido por el padre que me tocó. Ahora que ya estoy más grande, me remarca que le meta más al deporte porque ya estoy a un paso del profesionalismo, ya que antes lo tomaba como un entrenamiento y más diversión. Ahora necesito más trabajo duro y me exige un poco más

-¿Te pesa un poco ser el hijo de…?
-No, para nada. La gente que dice que yo tengo que ser lo mismo que lo que fue mi viejo no tiene idea. Por ahora me divierto y después que pase lo que tenga que pasar. No me pesa el apellido, hago mi propio camino.

-¿Cuál es la meta para tu carrera?
-Es un camino muy largo y hay que ir con objetivos cortos, pero mi gran sueño es jugar en la NBA.

-¿Qué pensás que te falta mejorar?
-Tirar con la pelota arriba desde la línea de tres puntos, ser más explosivo hacia el aro y la defensa no sé si pasa por mejorar, porque es una cuestión más de actitud. Y el dribbling también, para poder jugar más uno contra uno con pique.

La voz de la experiencia la pone Gabriel, quien jugó 959 partidos en 23 temporadas de Liga Nacional y anotó nada menos que 10.761 puntos. En Capital, el escolta pasó por Deportivo San Andrés, Boca y Obras. Además, Ciudad le abrió las puertas en su última etapa como jugador.

-¿Podrías resumir tu carrera?
-San Andrés significó mi inicio en el profesionalismo. Yo me vine de Comodoro a los 17 años y me recibió un club de barrio, con mucha gente querida con los años. La verdad es que fue una extensión del lugar en el que yo estaba, me trataron como a uno más todo el tiempo. A pesar de ser cadete último año jugué en juveniles. No me dejaron jugar en mi categoría porque ya entrenaba con la Primera y no había mucho tiempo. En juveniles salimos campeones todos los años. A partir de ahí fui alternando con la Primera, hasta que empecé a viajar y a jugar como profesional en distintos lugares. Después, la etapa de Boca y Obras tiene que ver más con el profesionalismo. En Obras jugué tres años y en Boca cinco. Los disfruté mucho, más teniendo en cuenta que me gusta mucho Capital y tengo mi casa acá. Fueron clubes donde me trataron muy bien siempre. Y después tuve dos últimos años jugando como amateur en Ciudad, otro lugar fantástico. Ahí fui bajando un poco las intensidades y terminé de despuntar el vicio. Eso me sirvió como cable a tierra, porque la verdad que es muy difícil dejar de jugar de un día para el otro.

-¿Cómo acompañás esta etapa de Tomás en Obras?
-Lo llevo como cualquier padre. Si buscamos algo comparativo, sus inferiores no fueron nada parecidas a las mías. Yo las hice en el Club Federación Deportiva YPF, lo que implicó estar lejos de todo y tener poca competencia. Me parece que Tomás está en un club donde lo tratan casi como a un profesional y tiene todo para poder desarrollarse. Una de las cosas más importantes que tiene y de la que estamos muy contentos es el hecho de jugar tanto. Cada fin de semana tiene la posibilidad de enfrentar a una cara distinta. Eso le hace muy bien a un jugador.

-¿Qué tiene tu hijo que te hubiese gustado tener?
-Es difícil de contestar, porque hay una brecha generacional importante y porque en casa estamos de acuerdo en que cada jugador es único e irrepetible. De todas maneras, me parece que lo que yo no tuve a mi edad fue su desarrollo tan evolucionado sobre el entendimiento del juego a tan corta edad. Seguramente sea por todo lo que consume de básquet, que yo no podía porque no tenía los medios. A los 17 años me hubiese gustado tener la visión que tiene él sobre un partido de básquet.

-¿Sentís que te quedaron cuestiones pendientes adentro de una cancha?
-Montones de cosas, desde poder participar de un Juego Olímpico hasta jugar en ligas de Europa. El deportista busca superarse constantemente. Estoy seguro de que si me hubiera pasado todo lo que deseé hubiese querido todavía más. Me parece que esa respuesta queda inconclusa, siempre voy a querer más. Pero bueno, ya se terminó (se ríe). Esperemos que el cachorro pueda hacer algo también.

-Tomás cuenta que nunca le pesó el apellido. Eso habla bien de tu seguimiento, sobre todo en el aspecto humano.
-Para mí, lo basquetbolístico es lo humano. El básquet es adoctrinamiento, entonces, como papá, teniendo un hijo que eligió lo mismo que yo, la mejor manera de poder guiarlo es haciendo que se de cuenta de que él es él y yo ya fui. Más allá de que llevemos el mismo apellido, compartamos la misma casa y nos transmitamos las mismas ideas, Tomás tiene que hacer lo suyo para llegar a donde quiera, no solamente en el básquet sino también en cualquier cosa que quiera encarar en la vida.

-En lo personal, y más allá de ya no jugar, ¿el básquetbol te permite seguir soñando?
-Jugar ya no puedo más, así que estamos medio sonados con ese tema. Básicamente siento como que no estoy retirado, sigo siendo un jugador de básquet y pienso como tal. Quiero tratar de hacer algo relacionado con el deporte, sabiendo que es una de las cosas más maravillosas que hay sobre la tierra. Veremos qué es lo que se hacer bien, donde me siento más cómodo y tratar de poder aportar lo que pueda a este juego.

Gabriel y Tomás Cocha: pasado, presente y futuro de una familia unida por el básquetbol y con una marca importante en la actividad de Capital Federal y nacional.

FOTOGRAFÍA GABRIEL COCHA: Gentileza Marcelo Endelli