Claridad y su solidaridad en Santiago del Estero

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Actualizado: septiembre 5, 2018

Quimili es una ciudad ubicada a 200 kilómetros de Santiago del Estero. Desde hace quince años, el club Claridad se acerca hasta allí para llevar donaciones que junta durante meses en sus instalaciones. Este año no fue la excepción, y unos dirigentes del Verde de Ciudadela se trasladaron al Departamento de Moreno, en la provincia norteña, y durante cuatro días vivieron una experiencia inolvidable.

«Nos encontramos como siempre, con un pueblo con muchas necesidades, pero con muchos valores; cada vez que viajamos,nos enseñan mucho y uno lo valora. En esta oportunidad, fuimos a un colegio que desde hacía veintiséis años tenía pedido de derrumbe, y cuando llegamos, estaban preparando las nuevas instalaciones a inaugurar al día siguiente. Nos atendieron los directores y profesores, quienes estaban muy felices por las donaciones que llevábamos. Les entregamos materiales deportivos, pelotas, libros, ropa,entre otras cosas», describe Enrique Novas, dirigente de Claridad, y a la vez ensimismado con el básquet, actividad de donde salió como jugador.

«Fue todo un desafío trasladar las treinta y ocho bolsas de consorcio, porque el combustible está caro, y conseguir un transporte no es sencillo; pero por suerte siempre hay alguien con espíritu solidario, y esta vez no fue la excepción. Un camión que llevaba gaseosas nos hizo un espacio, y pudimos llevar los donativos. Realmente tenemos buena recepción por parte de la gente con las colaboraciones; de hecho, debimos dejar cuarenta pares de zapatillas para un próximo viaje, el cual queremos sea pronto. Disponemos de un depósito donde vamos guardando los productos, y cuando viajamos, los retiramos y llevamos», señala Fabián Cota, quien si bien no trabaja como dirigente, es uno más al momento de encarar esta experiencia. De hecho, recalca la necesidad personal de regresar porque es una situación sanadora para su alma. Junto a ellos dos, Antonio Servidio completa el tridente solidario.

La pregunta es si de antemano saben quienes serán los destinatarios de las donaciones, y sorprenden con la respuesta. «A veces sí, aunque esta vez no; sabíamos de una escuelita de fútbol, pero luego de ellos, solo gente que se acercaba, veían las bolsas, y si necesitaban algo, pedían permiso y lo retiraban. Allí se conocen todos, entonces no estaba la especulación de quedarse con cosas que no necesitaban.También llamábamos a las familias, y les pedíamos que entre los vecinos se lo repartieran».

Y agregan: «Nos pasó el caso de un pueblo a la vera de la ruta, muy pero muy humilde; nos acercamos, les llevamos ropa y calzado para chicos y adolescentes.Cuando nos volvimos, una señora nos mandó un mensaje de agradecimiento, diciendo que alguna de esas ropas eran grandes para ellos y por eso se las habían entregado a unos vecinos suyos, quienes estaban encantados de la vida por recibirlas. Me refería a esas enseñanzas, gente muy pobre que sin embargo no se quedan con algo que no les sirve en ese momento, y puede ser de provecho para otros. Uno va con el espíritu de colaboración, y comprueba que el mismo lo tienen ellos.Situaciones de ese tipo nos llenan, realmente».

Sus ocupaciones personales les permite coordinar estos viajes y efectuar dichos emprendimientos. Y los mismos son como una extensión de sus labores en un club netamente de barrio, donde muchas veces se deben redoblar esfuerzos para conseguir los fondos para afrontar los costos de la actividad.

«Sirve para darse cuenta que hay clubes con carencias más grandes a las nuestras; el club de esa ciudad Juventud Unida, tiene una cancha donde cuando llueve, directamente no se puede jugar, por las filtraciones en el techo, están todos rotos. Se suspenden todas las actividades, hasta el momento de ir consiguiendo chapas, y arreglarlo sobre la marcha. A pesar de eso, apuestan por progresar, y de hecho, su equipo de Primera juega el Torneo Federal C. Pero por tener piso de mosaico, nunca pueden jugar en su cancha, y la localía la hacen en la capital santiagueña, trasladándose 200 kilómetros. Por un convenio de la Municipalidad, el proyecto de mediano plazo es poder colocar el piso de madera, terminar de arreglar el techo, y así no discontinuar las actividades y poder jugar en su cancha. Y viendo como son, sin dudas lo van a conseguir», afirman.

Por sobre cualquier sentido de pertenencia a los colores de su institución, llevan impreso el agradecimiento sincero. Y por eso, los chicos lucen orgullosos las camisetas y buzos de Claridad. «Muy felices de ponérselas, y de hecho van al colegio con el buzo de Claridad. Como ellos dicen, los changuitos están contentos de haber recibido esas ropas deportivas. En este viaje, pude identificar a uno de ellos que dos años atrás, cuando vinieron a Buenos Aires, nos volvía loco por tener una pelota de básquet. Lo vimos, le preguntamos si era él, y nos dijo que sí. Fue hermoso volver a verlo,y con las mismas ganas de jugar a este deporte», comentan.

Está estipulado que para diciembre, esos chicos vengan a Claridad. «Cuando estuvieron en el 2016, el club gestionó junto a la Municipalidad la posibilidad de darles alojamiento y las comidas. Otros se quedaron en nuestras instalaciones. El presidente de Juventud Unida me manifestó que quieren volver, y si se da, nos avisarán con tiempo para poder organizarnos. La idea sería acoplar a ellos junto a nuestros jugadores, y disfrutar de una buena jornada de básquet», expresan.

Para el final, responde a una pregunta. ¿Por qué lo hacen? «Nosotros les damos cosas materiales, y ellos nos dan valores. Lamentablemente,vivimos en una ciudad muy grande, donde muchos de esos valores están perdidos- Esto nos hace acordar a situaciones vividas con nuestros viejos, abuelos, como la caridad, la bondad. Y volver a sentirlas, nos llenan. Hace años que nos da una enorme felicidad, por eso cada tres o cuatro meses intentamos hacer un viajecito. Porque te renueva la cabeza, el espíritu. El club nos brinda un pleno apoyo a esta iniciativa, desde un primer momento. Nos criamos en Claridad, y como en todas las entidades de barrio, fuimos inculcados con estos valores. Vimos a nuestros padres y dirigentes, trabajando para los  más necesitados; y hoy, estando en ese mismo lado, puede ayudar con una beca de manera interna. Y la posibilidad de hablar el mismo idioma cuando surge la posibilidad de hacerlo con el de afuera», responden.

COLABORÁ CON CLARIDAD

Para quienes sientan las ganas de colaborar, pueden hacerlo acercándose al club, ubicado en la calle Alianza 250,en Ciudadela, o comunicándose por teléfono al 011-46534286.

«Se llenaron dos habitaciones, y siempre toda ayuda será bienvenida. Pueden comunicarse con nosotros, y pasamos a buscarlo donde sea. Todo sirve, sea alimentos,ropas, calzados, materiales de estudio. Y sin dudas, la seguridad que eso llegará a gente realmente necesitada».

Claridad fue, a través de sus representantes, a Quimili. Y volvieron a dejar constancia de su espíritu solidario. Como efecto de retroalimentación, regresaron renovados y con enseñanzas.