Se realizaron las Reuniones Regionales de FeBAMBA
Con el objetivo de seguir fomentando el desarrollo del básquet en cada...
Todos los sábados, de 9:30 a 12:30 funciona en Moreno de Quilmes la Escuela de Estimulación Sol Ibañez, la cual tiene como objetivo la integración de chicos y chicas con diferentes discapacidades, trabajando grupalmente en un ámbito de entrenamiento basquetbolístico. Las prácticas no varían demasiado de cualquier otra que pueda desarrollarse en este deporte: hay ejercicios de técnica individual, indicaciones de los profes y al finalizar, un partido entre los integrantes de la Escuela.
«Hace 17 años que arrancamos con la actividad. Empezamos con un solo alumno. Hoy en total tenemos algo así como 50 chicos. Empiezan desde los 2 o 3 años, hasta el más grande de este grupo, que es Pedro con 46 años. Tenemos chicos con síndrome de Down, TEA (trastorno espectro autista), retrasos madurativos, chicos sordomudos«, cuenta Sol Ibañez, fundadora y cabeza de la Escuela.
¿Cómo nació el proyecto? Justamente ante la necesidad del más antiguo de los integrantes, Maximiliano, de poder practicar básquet. Su camino se cruzó con el de Ibañez, quien por entonces trabajaba en la colonia de Quilmes, y juntos pusieron las piedras fundacionales de la Escuela. Prácticamente sin recursos, sin conocimiento previo de la disciplina y con apenas un alumno, se comenzó a transitar un camino que hoy ha llegado a destinos impensados.
COMPARTIR INDEPENDENCIA
Está claro que más allá de lo que puedan aprender los jugadores basquetbolísticamente, hay metas que van mucho más allá de los límites de la cancha y que tienen que ver con ofrecer posibilidades y nuevas experiencias para la vida cotidiana: integración, aprendizaje de normas y reglas, compartir con el compañero y lo más importante, evitar el exceso de dependencia. Todo dentro de los parámetros de un deporte ideal para potenciar cada una de esas situaciones.
«Nosotros nos enfocamos en lo que es básquet básicamente, pero también los buscamos ayudar a ellos, para que sean más independientes«, describe Emiliano Castro, uno de los profesores de la Escuela. «Los papás los traen y muchos se van, entonces ellos se quedan solos. Y se manejan independientemente, van a tomar agua, van al baño. Les damos ciertos libertades, que los ayudan al manejo de su vida cotidiana. No les estamos todo el tiempo atrás, marcándole qué tienen que hacer. Sí estamos atrás en el tema de los ejercicios, para corregirlos y que les salgan bien. Pero en el resto tratamos de que sean independientes en el club«.
«Acá hay dos actividades: una es la integración de los chicos al juego. Y la otra es entre los papás, donde nos transmitimos los conocimientos y todas las cosas que nos van pasando. Cómo evolucionan los chicos. Las actividades que hacen acá son muy buenas y los van socializando para que ellos se puedan desarrollar«, agrega José Luis, uno de los padres presentes. «Aprienden de una manera muy particular, que es dando pases. Es una forma de compartir elemental. Eso los lleva a que no solamente compartan la pelota, sino que compartan un montón de cosas«.
EL DESARROLLO DE LA MANO DEL BÁSQUET
«El básquet es una buena actividad para la integración. No hacemos ningún tipo de diferencia, en el entrenamiento ni con ellos. Trabajamos hasta donde pueden dar. Buscamos que den lo máximo que puedan dar. Es una manera de integración para la sociedad. Con reglas básicas ya saben que tienen que hacer una fila, cómo tirar al aro. Son cosas que van tomando como hábito y sábado tras sábado hay cuestiones que no se vuelven a explicar«, suma Castro.
«Ellos se dedican a las terapias y a las escuelas, pero no tienen actividades donde puedan compartir en equipo. Generalmente cuando alguien tiene una discapacidad intelectual, te dicen que vayas a natación. Es el único deporte que te dicen. O quizá fútbol. Pero acá todos comparten, todos aprenden y por más que no tengan la habilidad, todos tocan la pelota. Eso nos da el básquet: pueden pasar la pelota rápido, pensar rápido. Trabajan la motricidad. Otros deportes eso no te lo dan«, comenta Ibañez.
A su vez, la directora de la Escuela tiene en claro el próximo objetivo a conseguir: pasar de la integración a la inclusión. «Nos faltaría que más profes se puedan capacitar, para que haya inclusión y no solo integración. Son dos cosas totalmente distintas. La integración es lo que se ve acá: chicos con distintas discapacidades, mezclados entre si, en distintas etapas etáreas. La inclusión es el chico con discapacidad, incluido en un equipo de personas sin discapacidad«.
Con casi 50 chicos y chicas que encuentran las puertas abiertas cada fin de semana, la Escuela ofrece un lugar para desarrollarse junto al deporte que muchos de ellos adoran. Y desde FeBAMBA no podemos dejar de felicitar a sus responsables, por encarnar los valores que tan importantes consideramos desde la Federación. ¡Será hasta el próximo sábado!