Se realizaron las Reuniones Regionales de FeBAMBA
Con el objetivo de seguir fomentando el desarrollo del básquet en cada...
Campos lo hizo de nuevo. El +43 consiguió su 11° título de manera consecutiva, siendo el monarca absoluto de la categoría del Maxibásquet metropolitano. Si a esto le sumamos el +50, han ganado los últimos 15 campeonatos. ¿Cuáles son los secretos de un equipo que por momentos luce imbatible? Los descubrimos junto a dos de sus jugadores: Diego Casarin y Anibal Pawlik.
«El equipo sobrellevó muchas lesiones. Mi caso es una de ellas. Hubo jugadores lesionados, otros con temas laborales que no pudieron hacer frente a la temporada. El equipo se redujo muchas veces y fue dominante igual. Es una mística que ya tiene Campos», cuenta Pawlik, quien estuvo afectado por una lesión desde el principio de la temporada.
«Campos te permite que la transición de ser profesional, a retirarte, se note muy poco. Es una estructura que te da todo. Primero que FeBAMBA tiene organizado en forma fantástica la categoría Maxi. Es la Federación que mejor tiene la división Maxibásquet en Argentina. Es un éxito total de la gestión de Fabián Borro. Es un gran logro, porque muchas de las personas que seguimos en el básquet, como yo que soy representante de jugadores profesionales, nos mantenemos pegados al deporte y lo disfruto todo el tiempo. El Maxi es el psicólogo de los veteranos», agrega Pawlik.
«En Campos el tercer tiempo es regla. El equipo juega y después nos quedamos a charlar y comer algo. Es la mística que tiene este equipo. En cada categoría hay diferentes objetivos para los equipos. Pero en Campos sabés que si entrás, vas a jugar para salir campeón. Eso es fantástico. Van pasando los años y nos damos cuenta que los contrarios no le encuentran la forma para jugarnos. Todos se han reforzado siempre. Nosotros no nos hemos reforzado desde hace mucho tiempo, seguimos siendo los mismos jugadores, con algún que otro cambio. Pero la base es la misma desde hace una década. Eso tiene un valor extra», cierra Pawlik.
Y es que claro, el éxito de Campos no está solamente vinculado al talento adentro de la cancha, sino también a lo que han conseguido formar como grupo.
«En la cancha se ven cosas en lo personal y cosas en lo deportivo», dice Casarin. «En lo personal, que es lo más importante, somos un buen grupo. Las relaciones en la cancha son buenas. La verdad que vamos a divertirnos. Sabemos que somos el equipo al que todo el mundo quiere ganarle. El secreto en la parte humana es la relación del grupo. Y en la parte deportiva, somos un equipo que nos vamos complementando. Nos sacrificamos, cada uno entiende su rol. La verdad que para mi jugar con tipos como Archie, Alejandro Oulego, Diego Horst, Javier Katz, por nombrar algunos… todos tenemos una función y un rol en la cancha. Esa complementación entre nosotros hace que podamos resultar victoriosos, más allá de que no todos los partidos fueron fáciles. Hemos tenido que remontar algunas desventajas».
«Siempre los inicios son un poco complicados, por los compromisos, el trabajo. Pero las zonas van ayudando a que esos problemas no tengan un impacto tan grande. Pero bueno, eso llevó a que perdamos el primer partido (contra San Lorenzo) en dos años. Tuvimos lesiones, compromisos de trabajo… me dolió, porque desde que había vuelto a Campos hace algo más de dos años, no habíamos perdido. Muchos de los chicos que estamos no pudimos estar presentes y había que jugar. Pero más allá de eso, el balance fue súper positivo. Por el esfuerzo de todos. No somos solamente compañeros de básquet, sino que hemos logrado tener una relación de amistad que se mantiene fuerte. Fue un año duro para todos por el contexto del país, pero el balance fue súper positivo», analiza Casarin.
Y agrega: «Campos es diferente a los otros clubes, porque no tenemos una renovación. En los otros clubes, los chicos que juegan en Primera crecen, pasan a jugar +35 y después +43 o +50. Entonces ya tenés una cantera. Campos no, sino que se nutre de llamar a algún amigo que conocemos. Apunta a la amistad. Obviamente que si tengo que llamar a alguien, no lo hago solo por la parte humana, sino también por lo deportivo».
El valor del Maxibásquet
«Juego al Maxi desde los 34», relata Pawlik. «Dejé jugar profesionalmente en 1997 y después me fui a vivir a Estados Unidos. Cuando volví, empecé a jugar al Maxi en Obras y después con una parte de este mismo grupo de Campos, jugamos en Pedro Echagüe un año. Volvimos a Obras y después gracias a la invitación de Gabriel Ruocco, que es el hacedor de este grupo, compartimos esto hace más de 10 años. Es fantástico, increíble. Nos reencontamos todo el tiempo con jugadores con los que hemos compartido desde inferiores, hasta Primera».
«En mi caso puntual, en Campos me junté con Archie Perrella, con el que habíamos salido campeones en la Secundaria en el Hipólito Vieytes. Después me toca jugar también con Claudio Greco, que jugamos Minibásquet en Crovara. Nos reencontramos con Teddy Colter, que jugamos en frente en la Liga. Todos tenemos un punto en común en algún momento».
«El nivel del Maxi en Buenos Aires es muy bueno», opina Casarin. «Tuve la posibilidad de jugar +35 este año y hay muy buenos equipos. Es desafiante y cada vez lo es más. Cada temporada hay más equipos que se animan a sumarse. Me parece un muy buen nivel».
«¿Viste cuándo te divertís en la cancha? Habiendo siempre un respeto… bueno, eso es el Maxi para mi. Genera relaciones con gente que no son solo rivales, sino que después te los cruzás afuera. Te cruzás con gente en diferentes torneos y podés saludarte, pero eso no significa que después no te voy a jugar fuerte. Jugás fuerte, pero sin mala intención», concluye Casarin.