Tartaglia, un apellido que dice Comunicaciones

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Actualizado: mayo 18, 2016

A comienzos de la década del 70, un niño llamado Fabián Tartaglia tomó, sin saberlo,  una decisión que marcaría para siempre a su familia y a todo un club, eligió jugar al básquet.

De la mano de su padre, Alberto, fue a Las Heras y Malabia, donde se encontraba en ese entonces uno de los clubes que dominaba el deporte en esa época, Comunicaciones, en el que arrancó a jugar y permaneció desde Premini hasta Veteranos, apenas un año no estuvo vestido de amarillo y negro, se tuvo que ir a Social Parque debido a que el club retiró las primeras masculina y femenina.  «Desde que nací que vine a Comu, casi no conozco jugar en otro lado, es como mi casa», contó Fabián.

Su padre lo acompañó durante toda su carrera y siempre estuvo dispuesto a dar una mano, como tantos padres que colaboran con el club, pero él siguió ayudando aún después de que sus dos hijos crecieron y dejaron de jugar. «Yo nunca me fui, hasta en veteranos los seguí a ellos, cuando no jugaban ni en inferiores, ni en primera, yo estaba en inferiores, primera, veteranos y si había veteranas, también, nunca me fui del club, nunca me voy a arrepentir de eso, todo lo que di no fue por interés personal o mis hijos, o ahora mi nieto, se fueron ellos pero el básquet tiene que seguir, y más el de Comu. Y eso que tuve ofertas de otros clubes, pero no, a mi no me sacan de acá», recordó el Tano.

Pasaron los años y Fabián llegó a Primera en los años que el club era uno de los grandes del básquet porteño y hasta jugaban a su lado fielmente estaba su padre . «Hice siempre lo que estuvo a mi alcance, con el corazón, porque plata nunca hubo, pero sobraron ganas y por intermedio de mis hijos, aprendí a querer a Comu, hasta hoy, que tengo al único que me faltaba, mi nieto, así que ya somos cuatro Tartaglia en Comunicaciones, se va a llamar Deportivo Tartaglia», bromeó.

Hoy la tercer generación Tartaglia se puede ver a través de Ignacio en Cadetes, y a Fabián en la tribuna doblemente emocionado al ver a su hijo en la cancha que lleva el nombre de su padre. “Lo de mi papá el año pasado ya fue emocionante y este año con mi hijo la completamos toda. Feliz”, confesó.

Asimismo, el abuelo no oculta sus sentimientos. «Para mí es una emoción, un sueño, yo lo veía jugar en Pinocho y pensaba que si creció tanto allá, acá no iba a venir nunca, pero este año le dije, antes de morirme tenes que jugar en Comunicaciones, y no tardó mucho, y no me pienso morir ahora, lo voy a seguir viendo, es una emoción muy grande, ahora como hincha otra vez», destacó.

El más chico de la dinastía también dejó en claro que ser parte de Comu es «un honor enorme». «Jugué en Pinocho desde Premini y sentí que tenía que cambiar y lo primero que se me ocurrió es venir acá donde toda mi familia quería que venga», detalló.

El Tano nos cuenta como es que aquel padre que trajo a su hijo como tantos otros miles a lo largo de estos casi 50 años llegó a tener su nombre pintado en la pared. «Yo pienso que es demasiado eso, uno cuando hace las cosas no piensa que mañana se lo van a retribuir, para mí es mucho eso», determinó.

Cuatro Tartaglia, tres generaciones, dos dejaron una huella imborrable, uno la esta marcando, que sigan viniendo, por muchos Tartaglia más en Comu.

FUENTE: Prensa del Club Comunicaciones.
FOTOGRAFÍA: Prensa del Club Comunicaciones.