Se realizaron las Reuniones Regionales de FeBAMBA
Con el objetivo de seguir fomentando el desarrollo del básquet en cada...
Campos de Echeverría es un permanente animador de los torneos en el Maxibásquet, sea en +35 como en +45. Cada temporada pasan por sus plantillas jugadores con dilatada trayectoria en el básquet nacional, incluso con integrantes nacidos fuera de las fronteras de Argentina.
En este 2016, quien llegó para vestir la camiseta del conjunto dirigido por Gabriel Ruocco es Ruperto Herrera, el cubano nacionalizado, quien fue parte de aquel Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia campeón de la Liga Nacional en la temporada 2005-06.
Tras una extensa trayectoria en el país, se afincó en Colón, Entre Ríos, donde es dueño de un emprendimiento hotelero. Luego de algunos años alejado de la actividad, recibió la propuesta de sumarse a Campos, y es así que semana a semana, emprende el viaje a Buenos Aires, y defiende los colores de un conjunto que la semana próxima comenzará a buscar el título en +35, tras culminar la fase regular como el mejor en la tabla de posiciones en la divisional A.
«El verano pasado fue muy difícil aquí en Colón, porque creció mucho el río y a raíz de ello hubo inundaciones; los sectores humildes fueron muy afectados, debieron ser evacuados y resguardados por un tiempo en lugares secos, como los colegios. Entre las actividades realizadas con el propósito de colaborar, se hicieron partidos de básquet, con jugadores de La Unión. Allí jugó uno amigo de un representante conocido de Gabriel, quien en la búsqueda para reforzar a Campos, me recomendó», sostiene el cubano.
Y sigue atento a su relato: «Le dijo que si bien no jugaba hacía tres años, no estaba en mala forma deportiva Así fue como llegué tras comunicarme con el entrenador; también tuvo mucho que ver Gustavo Roque Fernández, quien está en el equipo desde la temporada pasada y me dijo que vaya, porque es un lindo grupo, la iba a pasar bien. Mas allá de querer ganar siempre pero la prioridad de integrar un plantel con buenos compañeros y se dieron las condiciones para sumarme, tomar el micro larga distancia cada martes y llegar para jugar los encuentros», arranca diciendo Ruperto, en un alto de la tarde apostado en la ciudad que ya lo adoptó como propio.
El ala pivot integró el conjunto de La Unión que consiguió el ascenso del Torneo Federal al TNA No fue la primera vez que jugó para ese equipo, ya había estado varios años antes, cuando llegó a reemplazar a un americano por diez días, producto de haberse lesionado. Y como situación marcada por el destino, conoció a quien es su esposa, Cecilia, con quien tuvo tres hijos (Alfonsina de 16 años, Junior, 11 y Emma de 3).
«No tuvieron una forma habitual de crianza, porque me acompañaron en mi trayectoria de deportista, jugando en diversos lugares de la Argentina Debieron acostumbrarse a cambiar de escuelas, hasta que nos radicamos aquí en Colón. Cuando la conocí a mi mujer, estuvo a mi lado en cada ciudad (Rafaela, Mar del Plata, Comodoro Rivadavia, Capital Federal, entre otros) y por eso los cambios permanentes; los meses de receso nos quedábamos en Colón, hasta cuando me retiré y nos asentamos aquí. Han sido un apoyo muy importante, más aún cuando uno viene de otro lugar, y son el pretexto para luchar por algo».
Cuando se refiere al título logrado con Comodoro, se sincera: «Me tomó de sorpresa ese campeonato, porque ya venía de jugar una final con Boca, donde estaba convencido que saldríamos campeones y la perdimos frente a Atenas, por lo que pensé que jamás se daría una nueva chance y tuve la opción con Comodoro, Sorprendimos y obtuvimos el título. Junto a ese evento, también conseguí salir campeón con La Unión, y son dos momentos importantes en mi carrera. Esperemos este año repetir con Campos una situación así».
Ruperto arribó a Argentina junto al seleccionado de Cuba a principios de los 2000, quien realizó un campus de entrenamiento en Obras Sanitarias, equipo que contaba en sus filas a su compatriota Lázaro Borrell.
«En vez de percibir un sueldo, el presidente del club se comprometió a contribuir con una buena preparación del seleccionado, que incluía lugares de práctica, una buena alimentación, amistosos contra equipos de Liga y de países limítrofes. El año anterior habíamos venido por cinco meses, y en esa segunda ocasión yo tenía la idea de quedarme aquí; fueron tres meses con la misma rutina de preparación, con Lázaro y Ángel Caballero fueran los refuerzos de Obras. En lo personal noté que Argentina era un país que me gustaba mucho, además del idioma castellano y también me encantaba el 1 a 1 (risas), junto a la posibilidad de jugar básquet. Conocí persona, amigos, y tenía una relación con una chica, que luego se frustró pero sin dudas sumó a la idea de instalarme aquí. Argentina fue un factor para decidir tener una buena vida con cambios reales. Entonces, el último día al momento de subirnos al avión, me fui del aeropuerto de Ezeiza a comenzar de cero».
El periodista le recuerda haber entrevistado a su compatriota Radbel Hechebarría, quien le comentó de aquellos viajes de preparación con la selección cubana.
«Claro, Radbel estaba en el mismo equipo, pero yo abandoné en Ezeiza y él regresó, incluso siguió jugando en la Selección. Lo mío fue un problema más crítico, porque se tomó como una traición; el gobierno lo afrontó como una decepción porque abandoné a la delegación y desde el ente gubernamental quedé como un desertor. No creo que haya sido así para el pueblo cubano», explica, e inmediatamente deja expuesta su posición frente al gobierno de Cuba.
«Creo que para la mayoría del pueblo fui un tipo con suerte, porque en mi país mucha gente se va en balsas o tratan de escaparse de la forma que sea. Yo lo hice caminando en Ezeiza, por el estacionamiento y me vine en avión; por eso, la lectura que se hizo de mi como traidor o desertor fue de algún sector del gobierno, aunque ya no tanto, porque desde hace dos años quienes se habían ido pueden regresar. Una vez que me quedé aquí, unos meses después mi hermano hizo lo mismo, se instaló en Puerto Rico y ya regresó al país dos veces».
Mas allá de tener un pensamiento en las antípodas de la gestión gubernamental cubana, admite no haber tenido nunca un problema por ello. Reconoce que la revolución de Fidel Castro logró grandes cosas en el inicio, pero que nunca pudo adaptarse a los cambios emergidos en el mundo, sumado a pretender perpetuarse en el poder más de cincuenta años, sin posibilidad que sus compatriotas puedan elegir a sus líderes políticos, con manipulación informativa, con el impedimento que un deportista pueda progresar en otro país, las barreras para profesar una religión distinta y la restricción a opinar diferente.
«Creo sobre todo en la libertad. Con la Revolución se lograron enormes avances, como en la medicina y la educación gratuita, además de un gran impulso en las medidas deportivas. Hay una tasa muy baja de mortalidad infantil, y otros logros innegables, pero pienso que la libertad no se negocia. Y a pesar de tener a mi familia en contra, porque son comunistas, tengo ese pensamiento y estoy contento que con la toma de Raúl (Castro), de a poco se han dado pequeños cambios cosméticos pero cambios al fin, y junto a los últimos años de Obama, cada uno ha decidido dar pequeños pasos hacia adelante».
Con un vocabulario y modo de expresarse que deja constancia de la educación a la que refirió, responde al momento de preguntarle si le afectó el mote de traidor que le impusieron.
«Nunca me sentí un traidor, yo sabía a lo que me atenía si me quedaba, porque no hice nada malo. Solo tomé un determinación referida a mi vida, mi futuro; yo no le hice daño a nadie ni cometí delito alguno, por lo que no me sentí desertor ni traidor. Creo que mucha gente pensaba o piensa como yo, pero no se decidió a tomar la decisión que tomé».
Colón es un lugar donde habitan unas 40.000 personas, destino turístico en temporada veraniega. Allí, Ruperto posee un complejo hotelero, llamado «Habana Rooms», a tres cuadras del centro y dos de las playas, una ubicación excelente, donde quienes llegan pueden disfrutar de los mejores servicios hoteleros. Por esas inundaciones mencionadas al comienzo, la oferta turística ha mermado, y llevó a Herrera replantearse qué hacer porque como dice «la comida hay que ponerla arriba de la mesa». Eso lo ha llevado a incursionar en la televisión local, con un programa de básquet llamado «Quemando la red», todos los jueves a las 21 horas. También trabaja en la radio, donde comenta los partidos de La Unión. Un auténtico multifacético, siempre referido al básquet, además de trabajos municipales donde recorre barrios de la ciudad y enseña actividades deportivas a los chicos, con el fin de no dejarles resquicios a que se sumerjan en los vicios de la calle.
Con respecto a Campos de Echeverría, tiene palabras elogiosas, hacia la oportunidad y el entrenador.
«Es muy especial porque me llega en un momento que lo necesitaba, porque ya había perdido la idea de competir, y recuperé las ganas de jugar. Si bien no es profesional, me preparo como años atrás, me concentro, duermo una siesta. Volver a jugar me devolvió el alma al cuerpo, y sentirme útil en un grupo, la adrenalina de definir un partido al final y festejar todos juntos Sentirme acompañado, porque una de las cosas lindas del básquet es que todo es grupal se festejan las anotaciones y se sufren las pérdidas. Después de los partidos salimos a comer; y en Campos gané un amigo como Gabriel, que si bien es el entrenador es un amigo. es un enfermo del básquet, se toma todo muy en serio con un profesionalidad pocas veces vista. Se preocupa que todos tengamos uniforme, zapatillas; me llamó mucho la atención cuando llegué, que el bolso tuviera mi nombre, junto a la campera y el buzo. Se toma el trabajo en esos detalles para sentirnos profesionales. Para mí es un ritual los martes, llegar a la cancha y saber que debemos ganar porque somos candidatos a ganar y debemos ratificarlo. Yi además, por supuesto queriendo ganar, disfruto este tiempo con un grupo fenomenal, y el presente en Campos. Ojalá siga aquí, no solo en el +35, sino también en 2017 con los +45. Estoy muy embalado con esto, es un pretexto para mantenerme en forma; voy al gimnasio, y a la cancha en la semana a practicar lanzamientos y no desentonar con mis compañeros».
Ruperto Herrera, una de las grandes figuras que Campos de Echeverría presenta semana a semana en el Maxibásquet de FeBAMBA.