Se realizaron las Reuniones Regionales de FeBAMBA
Con el objetivo de seguir fomentando el desarrollo del básquet en cada...
Sofía Castillo vive en la casa paterna de toda la vida, en Ciudadela, a tres cuadras de Claridad. A los cinco años decidió acompañar a su hermana Celeste, cuatro años mayor, al club de la calle Alianza, y allí comenzó una historia de pasión con el básquet que continúa hoy, en su doble rol: flamante jugadora de Obras, tras un exitoso paso por los planteles superiores de Vélez y Berazategui; y entrenadora del Minibásquet en el lugar donde dio los primeros piques con una pelota.
«Me la pasaba todo el día en el club, no importaba quien entrenara, yo estaba siempre picando la pelota al lado de la cancha, tirando al aro, jugando con mis amigos. Era mi segunda casa, porque aparte mis viejos (Luis y Liliana) estaban en la subcomisión de básquet; entonces al pasar muchas horas en el club, me traían y yo aprovechaba para jugar», dice Sofía en una charla que llevó varias etapas, debido a sus varios compromisos laborales y con este deporte.
En aquellos tiempos de niña, fue entrenada por Amelia Carnip, Oscar «Mono» Martí en premini y mini, y Angel Abate en infantiles. Tenía trece años, y le surgió la posibilidad de emigrar a Vélez Sársfield, para potenciar el progreso y talento que ya evidenciaba.
«Jugaba en la casa de mi abuela con una pelota que era de mi papá; un día mi hermana (además de Celeste tiene otro, un año más chico, Nacho, quien también jugó básquet) llegó al club por una amiga y mi mamá aprovechó y me mandó también a mi, porque era super inquieta (risas). Tenía que hacer algún deporte, ya había probado con patín y voley pero no me gustaron. Y la realidad es que uno siempre quiere hacer o repetir lo que hacen los hermanos mayores (risas)», agrega como parte de esos años de pequeña en el club del barrio, antes de partir a la institución de Liniers.
Su derrotero como jugadora la muestra como campeona en los clubes donde jugó, incluso en las selecciones de FeBAMBA; en la última presentación de ésta, salió campeona con una soberbia superioridad sobre el resto de las participantes, y allí Castillo fue una de las jugadoras más destacadas dentro de un plantel donde abundaban nombres con paso por la Selección Argentina. Sofía mismo ha vestido en numerosas ocasiones la Celeste y Blanca.
Enfocada la charla en su función como entrenadora, su primer paso fue en la escuelita de Pedro Echague, a cargo de Guillermo Garrido.
«Mi paso por Echague fue excelente; gracias a «Válvula» (Garrido) aprendí un montón de cosas, sobre todo en lo externo al deportivo, como manejo de grupos, porque lo que transmite desde la parte humana es excelente», dice. Junto a esa tarea en la entidad de Flores, comenzó a trabajar de manera simultánea en la Escuela Inmaculada Concepción de Ciudaela, en el Polideportivo Onega (institución municipal de Capital Federal); también se desempeña como profesora de educación física (al igual que en las dos anteriores) en el Instituto Naciones Unidas, de Mataderos.
Tras esa experiencia en Echague, tuvo el ofrecimiento para desempeñar un rol similar en Estudiantil Porteño, función que cumplió durante todo 2016.
«La idea de Porteño era comenzar a difundir el básquet femenino; todos sabemos que en masculino tienen un gran nivel, por lo que querían abrir las puertas al otro. Hablé con un dirigente y acordamos que me una a la escuelita que ya estaba en funcionamiento a cargo de Pablo Puente en ese momento, y comenzara a ser mixta. Arranqué con ellos y la verdad mi paso por allí fue muy bueno; los profesores, la dirigencia y gente en general me trató muy bien; ni hablar sobre trabajar con Pablo, es un profesor con mucha experiencia y amor a lo que hace. Me sirvió mucho todo lo aprendido a pesar del poco tiempo», cuenta Sofía.
Y llega este momento donde el club que la vio nacer le ofrece hacerse cargo del Minibásquet masculino y volcar allí todos sus conocimientos y pasión por este deporte.
«La propuesta llegó a través de algunos padres que a la ez son dirigentes de Claridad. Yo seguía en contacto con ellos porque voy desde hace varios años al gimnasio y siempre charlábamos. Me contaron la idea y a mi me resultó muy atractiva porque es el club donde pasé toda mi infancia y aprendí a jugar básquet!!. Poder volver desde otro lugar y enseñar a los más chicos es un desafío muy lindo», expresa.
Hace dos semanas comenzaron los entrenamientos, y Castillo tiene frente suyo varios desafíos en pos del crecimiento de la base piramidal de Claridad.
«Estoy muy bien, muy contenta; hay bastantes chicos. Igual siempre debemos difundir lo máximo posible para que se acerquen más. Mi idea es trabajar para eso, dar a conocer este deporte tan lindo a la mayor cantidad de chicos, aprendan a jugarlo y experimenten lo hermoso que es la vida en un club y practicar un deporte. NO tengo números exactos sobre lo que contamos actualmente, pero aspiro a poder completar sin dificultades todas las categorías de manera reglamentaria. Quiero tener un premini y mini con muchos chicos, muchos padres comprometidos con la actividad, que los acompañen y ayuden a tomar conciencia que practicar un deporte es también una responsabilidad que tanto el niño como la familia deben asumir. Sin dudas para muchos debe ser tedioso levantarse un sábado a las ocho de la mañana para ir a jugar, pero puedo asegurar que todo lo ganado por eso es mucho mayor al sacrificio por hacer», enfatiza.
Finalmente, tiene unas palabras para lo que representa Claridad en su vida.
«Es un club que me dio mucho, poder trabajar y enseñar básquet en el lugar donde realicé mis primeros tiros, jugué mis primeros partidos, no tiene precio; estoy muy contenta de tener esta posibilidad, y ojalá pueda transmitir un poco de todo el amor que le tengo a este deporte a los pequeños jugadores, apostando a que disfruten como yo».
Sofía Castillo, la jugadora de Obras Basket que aceptó la propuesta del club que la vio nacer, y enseñar allí a quienes se inician en este maravilloso deporte.