Jugadores FeBAMBA por el mundo: Matías Di Marco

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Actualizado: octubre 18, 2018

«Todo empezó cuando un amigo (Guido Biondo) me llevó junto a su papá Miguel a conocer a Carlos Prunes. En esa época con la categoría 84, necesitábamos ir enseguida a Italia para cumplir una regla (hacer dos años de formación italiana), y en un futuro tener la posibilidad de jugar las categorias de Serie B y C. Por suerte, ya mi hermano mayor Diego, en su afán de emigrar al viejo continente, había iniciado algunos papeleos para tramitar la ciudadanía, y fue así que en pocos meses teníamos todos listo para viajar. En tanto,me quedé a la espera de una llamada, la cual llegaría de manera imprevista y sin tanto tiempo para pensarlo. Así fue que un febrero del 2003, con dos grandes bolsos, abrazos apresurados, un libro con algunas frases de italiano, y un sueño por perseguir, partí desde mi Buenos Aires querido a la patria de mi nonna».

Matías Nicolás Di Marco es otro de los varios jugadores surgidos en la prolífica cantera de FeBAMBA, que tras hacer las formativas compitiendo en clubes de la Federación, emigró a Europa, y desde allí construir una carrera con el básquet, sin olvidar sus orígenes.

«Jugaba en Vélez, en la categoría U21, y Primera de Capital, al momento de viajar a Italia. En Vélez fueron unos años de transición, con varios años en la Liga B y un año de TNA, donde se mantuvo la categoría. Después jugábamos la Primera de la Federación, e inferiores a un nivel muy competitivo. Por suerte, luego se dio esta posibilidad para seguir creciendo como jugador y realizar una experiencia con un giro de 360 grados, no solamente basquetbolistica sino como modo de vida», señala.

Y en relación a ese giro en su persona, puntualiza: «Es raro, y a la vez hace que uno crezca mucho desde todos los puntos de vista. Estar tan lejos de los seres queridos no es sencilla; la adaptación basquetbolistica fue fácil, seguí jugando de la misma manera como en Argentina, y el lenguaje del básquet creo es universal, a pesar de los primeros tiempos no entender mucho. En cuanto a lo humano, tuve la suerte de encontrar muy buenas personas durante los primeros años, y eso me facilitó ciertas cosas. No solo argentinos con los cuales viajábamos desde nuestro país, persiguiendo el mismo destino, sino también familias italianas, quienes nos abrieron las puertas como a sus propios hijos. Tal vez lo más difícil, pensando hoy en día a la distancia, era la falta de comunicación; había que comprar tarjetas, hablar desde cabinas telefónicas. Hoy en día uno ni se imagina lo complicado de aquellos tiempos».

Sobre su llegada al viejo continente, y sus inicios como jugador profesional, indica: «Llegué a Atri, un pueblo en montaña que jugaba la B1; en ese entonces jugaba un argentino (Fede Gilardi) en la prima squadra y habían otros tres argentinos de mi edad jugando el under 21 (Cornejo, Balbi y Buscaino) a los cuales me acoplé en febrero y por suerte llegamos a las finales nacionales. Un evento muy lindo para la ciudad, más allá del descenso de la Primera. Al siguiente año, siempre jugando U21, viajé con otros tres chicos argentinos (Degregori, Coppola y Crotti) a Ribera, en Sicilia, para seguir cumpliendo la regla que nos permitiera jugar la Serie B».

Desde allí, un periplo profesional que incluyó Potenza, donde ganó el campeonato de Serie B, Cagliari,Massafra, Ravenna, Catanzaro, Francavilla Fontana, Martina Franca, San Severo, Matera, y en la actualidad, el Pozzuoli de Nápoles.

Fue en su primer escala donde conoció a su mujer Noelia, y madre de su hijo León. «A mi mujer la conocí acá, mientras ella visitaba a su hermana,quien a su vez era la mujer de un jugador argentino con el cual jugábamos juntos (Pablo Nocioni)».

Con respecto a sus años de pequeño, cuando comenzó a picar la pelota naranja, dice: «Me crié en el barrio de Villa santa Rita en el club Imperio Juniors, donde hasta el día de hoy me entreno en los recesos y donde juegan amigos de la infancia. Tengo dos hermanos, un mellizo Pablo) y uno más grande (Diego); ambos fueron muy buenos jugadores, de los cuales aprendí muchas cosas. Mis padres (Silvia y Héctor), quienes siempre estuvieron acompañando y llevándome desde premini todos los domingos hasta el día que tomé el vuelo en Ezeiza, para partir a nuevas aventuras».

Al momento de puntualizar los beneficios que le dio ser jugador profesional en Italia. «El estar afuera ayuda a madurar desde mucho puntos de vista y ser más abierto ante muchas cosas que nos pasan en la sociedad. Me dio una familia, una mujer única y un hijo increíble. La posibilidad de viajar y conocer diferentes culturas, aprender un idioma nuevo y empaparme de una cultura y una historia como la italiana, única al mundo.  Sin dudas es lo que siempre soñé desde chico; en casa junto a mis hermanos vivíamos imaginando ser un jugador de la NBA y poder vivir de esto. Nunca imaginé hacerlo fuera de mi país y vivir todo lo vivido,por eso soy más que agradecido con cada uno de las personas que pasaron por este viaje y pusieron su granito de arena para poder estar acá y seguir haciendo esto», asegura.

Para el final, la pregunta sobre sus proyectos a mediano plazo, y si en el mismo está la idea de retornar definitivamente a la Argentina. «Con los años van cambiando mucho algunas ideas en la cabeza de uno y sobre todo ahora con familia. Nunca pensamos quedarnos en Italia, el hecho de cambiar muchas ciudades hace que uno suelte más fácil las cosas y se vuelva un poco más duro… Pero todavía no tenemos nada decidido, seguiremos aumentando nuestras experiencias de vida, y en un futuro tomar la mejor decisión para toda la familia. Los afectos tiran mucho, por otro lado y es impensable a veces imaginarlo tan lejos por tanto tiempo», responde.

Matías Di Marco, otro de la Legión surgida en FeBAMBA, haciendo su experiencia con el básquet por el mundo.