Se realizaron las Reuniones Regionales de FeBAMBA
Con el objetivo de seguir fomentando el desarrollo del básquet en cada...
De la mano de Rodríguez Lamas, jugador de Ateneo Juventud entre los 60′ y fines de los 70′, seguimos conociendo la historia de nuestro básquet.
Ligado a la naranja desde pequeño, ya que su padre, Eduardo, integró el histórico plantel de Palermo de la década del 40 y es el creador del Maxibásquet a nivel internacional, como así también su hermano fue parte de la Selección Nacional y vistió las casacas de San Andrés y Lanús, Rubén siguió con el legado.
«Arranqué en Infantiles, en Ciudad de Buenos Aires hasta que pasé a Ateneo de la Juventud, donde jugué hasta Primera. Hice de todo en el básquet: Fui jugador, DT, delegado de mesa, limpié los pisos. Es una pasión para todos nosotros«, explicó.
Y añadió: «Se jugaba distinto. En los 60′ y 70′ no había linea de tres, eran 30″ de posición; en los últimos cinco minutos se prendía una luz colorada en la mesa de control que indicaba que todos los foules se tiraban y cuando había una falta en el lanzamiento, tenías la opción de tirar o sacar de mitad de cancha. Era muy dinámico y siempre se busca que sea más rápido y con mayor puntaje; que sea más parejo«.
Respecto a la manera de entrenar, expresó: «No había gimnasios y se jugaba afuera, en canchas muy pobres. No había especialización y no teníamos educación física, aunque muchos de los DT eran profes, se hacía básquet. Había algunos ejercicios muy locos, como por ejemplo subir ocho pisos por escalera o levantar a un compañero en cuclillas para tener fuerza de piernas, también se usaba la medicine ball para la fuerza de brazos. En las canchas siempre hacía mucho frío, tenías que ir con sobretodo -bromea- pero era todo muy lindo«.
Recordando un poco los clásicos contra Hebraica, se le vinieron a la mente dos gratos momentos: «Me acuerdo que en uno de mis primeros partidos me tocó saltar con Gabriel Efron, que medía cerca de 1,85 metros con 13 años, y en vez de pegarle a la pelota, le pegó a mi dedo y me lo quebró«, contó graciosamente. Unos cuantos años más tarde le tocó vivir una gran experiencia: «Entramos en Segunda División y jugábamos por el ascenso contra Hebraica. Esas finales se jugaron en Luna Park; le ganamos por dos puntos pero llegar a jugar ese partido fue como jugar en la NBA», sostuvo.
Actualmente preside FIMBA, la Federación Internacional de Maxibásquet, y con relación al torneo de la categoría organizado por FeBAMBA manifestó: «Es lo mejor que se pudo hacer y el salto mayor en el área del AMBA. Hay en todo el país más de 50 mil personas, con torneos permanentes y con la participación de jugadores exponenciales que hemos tenido como Miguel Cortijo, Héctor Maina (Boca), Alejandro Pirota (Boca), Horacio Guglielmino (Lanús), Arturo Budding (Ferro) y Gustavo Fuente (Ferro). Han demostrado que tiene una buena organización, es muy interesante todo lo que hizo para que los clubes que no accedían a jugar Maxi pudieran hacerlo». Y agregó: «Cuando le das a la gente la posibilidad de seguir jugando, le estás dando un lugar para hacer lo que más le gusta. Seguís teniendo la pasión, tenés un lugar y contra quién jugar«.
Y concluyó: «Creo que el básquet es distinto a todos los deportes porque vivís el vestuario, vivís el grupo, vivís cuando ganás o perdés, ayudás al resto, crecés con ellos. Con mis compañeros de Ateneo nos seguimos juntando, incluso por zoom en medio de la cuarentena. Seguimos muy unidos. Nos seguimos las carreras y las familias. El básquet es una forma de sentir, es parte de la vida. El deporte es cultura, es amistad, sociedad y te ayuda«.
Rodríguez Lamas, en 2019, jugando para la Selección Argentina ante Japón