Spagnuolo al Mundial 3 x 3

Por
Actualizado: mayo 15, 2015

Ignacio Spagnuolo tiene 17 años, y es uno de los seleccionados para representar a nuestro país en el Mundial 3×3 que se disputará en Hungría entre el 4 y 7 de junio próximo. Este jugador versátil, de 1,92 mts, es actual juvenil de primer año en Estudiantil Porteño, club al que llegó a los seis años junto a su hermano Facundo, dos años mayor, transformándose con el transcurso de los años en una de las mayores promesas de la institución de Ramos Mejía.

Nachito, como se lo conoce en la entidad del oeste, será parte del plantel argentino conducido por Emilio Gutiérrez, junto a Jorge Quercetti (jugador de Lanús), Martín Fernández (mendocino, actualmente en Weber Bahía) y Cristian Boudet (neuquino, jugador de Boca Juniors); partirán del país dos días antes de iniciarse la competencia, la cual se disputará en la Plaza Debrecen, ubicada en la ciudad homónima, en el extremo oriental del país europeo, y con aproximadamente 210.000 habitantes es la segunda en cantidad de habitantes, detrás de la capital, Budapest.

Los jugadores seleccionados por Gutiérrez tendrán hoy viernes su primera práctica en instalaciones de la UBA.

Horas antes de comenzar una aventura que ya lo tiene con experiencia en este tipo de competencias, pero absolutamente novedoso en cuanto a integrar una plantilla nacional, Nacho se sienta en una de las mesas del restaurant del club, para conversar con Prensa FeBAMBA, haciendo un balance de su vida como integrante de las formativas de Porteño.

“Vine con mi hermano Facundo (jugador de la Primera que esta noche reedita un nuevo duelo barrial contra Ramos Mejía LTC por la quinta fecha del Torneo de Conferencias) de la mano de mi papá (Alberto, quien fue jugador del club). Recuerdo muy bien el primer día que llegué; el profesor de la Escuelita era Gustavo Tilloy, y apenas entré, estaban haciendo unos ejercicios con pelota, que yo pensé eran básicos en el básquet”, cuenta, refiriéndose a trabajos con pases de faja y piques pasando el balón entre las piernas. “Después descubrí que existían ejercicios más simples, como picar la pelota, pases al compañero o entradas en bandeja. Sin dudas no tenía ni idea que existía eso, era muy chico, y por eso es tan querido Gustavo en el club, porque era muy exigente con los alumnos en cuanto a enseñarles todos los fundamentos de este deporte”.

Cuando pasó a premini, aseverado por él mismo, aprendió a picar la pelota; “hasta ese momento, lo hacía como si estuviera jugando al handball”. Igualmente, siendo muy pequeño, tomaba las horas de ir al club como el momento propicio para divertirse con sus nuevos compañeros. “Para mí, venir aquí era la excusa de encontrarme con mis amigos, no lo veía como un entrenamiento, sino la posibilidad de pasarla bien”. Fue recién dos años después cuando tuvo su primer partido vistiendo la camiseta de Porteño. “Fue contra Paso del Rey y me sentía raro, porque recién allí enfrenté a otros chicos en una competencia real. Hasta ese momento, solo lo hacía con mis compañeros del club”. Luego de aprender los primeros conceptos y fundamentos de la mano de Tilloy, sus profesores fueron Matías Izzo (quien actualmente es su entrenador en los juveniles que compiten en el TOP 20) y Sebastián Rodríguez (actual técnico de Argentinos Juniors).

La competencia real, como la define el propio Ignacio, fue llevándolo por las diversas categorías de inferiores. “En Infantiles sacaba ciertas ventajas con mis rompimientos, pero mi tiro era horrible”, admite entre risas. “Fue en Cadetes donde más aprendí, porque allí comencé a sufrir las defensas zonales y se me complicaba cuando dos rivales se me cerraban. Mi viejo comenzó a traerme los domingos al club o días libres para practicar lanzamientos de media distancia. Tiraba entre cien y ciento cincuenta por jornada. Todos de dos, los triples no son mi especialidad. Eso me ayudó a mejorar mis puntuaciones; mi primer año en la categoría fue difícil, aunque al final del mismo le fui tomando la mano, me acostumbré al juego”.

Fue en esa temporada donde representa a FeBAMBA en un 3 x 3 dirigido también por Emilio Gutiérrez, integrando ese equipo junto a Nahuel Paciotti, Matías Aranda y Sebastián Burman. Salieron quintos, pero allí Nacho comenzó a dar fuertes indicios de ser un jugador ideal para este formato de competencia.

“El 3 x 3 no es tanto tirar de afuera, sino romper, rebote y defensa. Las penetraciones son determinantes al momento de encarar la defensa rival”, dice, y como prueba de ello, rememora su segunda participación en el seleccionado de la Federación, el año pasado, cuando junto a Quercetti, Martín Estivill y Facundo Kaneshiro llegaron a la final del Sub 18 en Córdoba, cayendo ante Santa Fe, quien tenía cuatro jugadores dentro de la categoría. Como un plan a futuro, FeBAMBA decidió presentarse con tres sub 17 y un sub 16.

“En la semifinal enfrentamos a Santiago del Estero, y en el tiempo extra estábamos 1 a 1. Erramos cuatro libres consecutivos, teníamos todo para perder, pero decidí encarar al más alto de ellos, y cuando puso la mano para el bloqueo, lancé una bandeja volada que ingresó y nos permitió pasar a la final”, cuenta con una sonrisa en su rostro, mientras recuerda que esa participación fue hasta el momento, su mejor experiencia. “Todas las delegaciones vivíamos en el mismo albergue, y por las noches nos juntábamos con las demás provincias y charlábamos hasta tarde, escuchábamos música, hacíamos nuevas amistades”.

El año culminó representando nuevamente a FeBAMBA en el seleccionado que fue a competir en el Argentino Sub 17 a Córdoba, donde culminaron en la cuarta posición. Tras una primera fase en una zona muy complicada, junto a Mendoza, Santiago del Estero y Neuquén, ingresan como séptimo equipo y en cuartos debieron enfrentar al segundo, Córdoba. “Salimos muy compenetrados en ganarles, en pasar el cruce, y lo logramos. La semifinal la jugamos contra Mendoza, quien terminó siendo campeón; se nos escapó en el último cuarto. El partido por el tercer puesto contra Buenos Aires entramos absolutamente desmotivados”.

Y llega el 2015, su padre recibe un llamado donde le dicen que Ignacio estaba siendo observado para una pre selección nacional del 3 x 3, por lo que debía disputar dos torneos regionales como requisito. Participa de ambos, y en uno de ellos, Emilio lo reúne junto a Jorge y ahí hace una broma con respecto a los pasaportes. Acto seguido, les comunica que serán parte del equipo argentino.

“Cuando Emilio se fue, lo miro a Jorge y le pregunto: ¿estamos adentro?; realmente fue una sensación muy extraña, pero obviamente estaba feliz. Cuando llegué a casa, con mi familia (que se completa con mamá Liliana) nos pusimos muy contentos. Salvo ellos, no se lo comentamos a nadie; yo lo hice con mi mejor amigo, Roly (Ignacio Siniuk, jugador del club), pero le pedí que no lo divulgara, no quería quedar como un creído, me daba cierta verguenza que se supiera. Aunque obviamente se supo a los pocos días, cuando en la previa de un cotejo por la tira ante Geba, Matías le dijo al equipo que no jugaría porque aún tenía que recuperarme completamente de una lesión y quería resguardarme porque era un jugador de la Selección Argentina”.

Sus compañeros lo felicitaron, y si bien su ausencia en los cotejos de la semana pasada se sintió bastante, la alegría grupal minimizó las dos caídas. Porque la mayoría creció junto al calor de la camiseta que defienden semana a semana. Y acompañan a su compañero y amigo en este desafío.

“Mi sueño fue siempre jugar en una Selección Argentina, pero pensé que jamás tendría una oportunidad así. Mi anhelo es poder quedarme con la camiseta, que los dirigentes me digan: Nacho, la indumentaria es tuya; si pasa eso, me la dejo para toda la vida”, cuenta este estudiante de sexto año del Colegio Santísimo Redentor, de Ramos Mejía, con estudios avanzados de inglés, y si bien aún no lo tiene decidido, probable estudiante en la carrera de Administración de Empresas. No mira televisión (“me aburre mucho”), consume música, con la particularidad que antes de los partidos, de su celular emergen los sonidos del rap y hip hop (“no se por qué, pero esa música me motiva antes de ir a la cancha”).

Desde el 4 de junio, será uno de los cuatro jóvenes que vestirán la camiseta argentina en el Mundial a desarrollarse en Hungría, y una vez que pise la Plaza Debrecen, aquello que veía como una lejana posibilidad será una hermosa confirmación.

“Sueño con ser campeón representando al país; apenas supe que seré parte del equipo, lo pienso muchas veces. Se hizo realidad lo que soñé”.