Las mejores jugadas de la semana en la Liga Metropolitana 2024
Pasó una nueva semana de competencia en la Liga Metropolitana 2024, en...
Siguiendo con nuestra celebración de la Semana del Mini y combinándolo con el permanente recuerdo a Emilio Gutiérrez, les proponemos repasar la entrevista que realizamos con él durante el año pasado, justamente relacionada a los Encuentros de Minibásquet y su familiar relación con ellos.
Compartimos aquella charla con Emilio…
-¿De qué manera surgió la idea de los Encuentros, y cómo participó tu padre de los mismos?
Mi padre era entrenador, pertenecía a ATEBARA (Asociación de Técnicos de Básquetbol de la República Argentina), por entonces denominada ATEBA. Ellos crearon una comisión de entrenadores para ayudar a que el minibásquet despegara. Por entonces los Encuentros eran algo que se daba mucho en el papi fútbol, recuerdo que algunos chicos iban a Montevideo. Yo ya había participado de algo similar, habían varios clubes que lo hacían, pero no de manera oficial. La Confederación Argentina tomó nota y creó una subcomisión dedicada al minibásquet que se dedicaba en gran parte a esto. Además, era una buena época para viajar. Hoy en día la televisión te mete miedo y los padres lo piensan dos veces.
-¿Cómo fueron esos primeros Encuentros?
El primer Encuentro fue en 1973 en el Colegio Militar. Lo bueno de hacerlo ahí es que entraba mucha gente, se le podía dar de comer a todos y había muchas canchas para jugar. A partir de allí se hicieron Encuentros en muchas sedes: en la cancha de River, Boca, Vélez, Platense, incluso en el autódromo. Hubo mucha gente que se dedicó a pleno al minibásquet y fueron importantes para marcar los comienzos. Además de mi papá en Imperio Juniors, el ‘loco’ Oscar Ibáñez en San Andrés, Eduardo Olmedo en Pinocho y varios más.
Datos de dónde y cómo fueron los primeros Encuentros. Notable evolución de manera anual en cantidad de niños.
-¿En qué consistían los Encuentros de Minibásquet por entonces?
Los chicos del club que recibíamos llegaban el viernes. Se pedía autorización a los padres para que los niños puedan faltar a la escuela y estar ahí. Cada chico tenía asignado una familia para quedarse. Lo primero que se hacía ni bien se llegaba a la casa era avisar a los padres del otro niño que habían llegado bien. Casi siempre ese primer día se usaba para que los chicos del interior conozcan un poco Buenos Aires, el subte, el tren, el Obelisco, o lo que sea. Al otro día jugaban, comían y nos íbamos para el Encuentro de Mini donde todos los clubes desfilaban. A veces habían cantantes u otros shows. Nuevamente, al menos nosotros en Estudiantil Porteño, aprovechábamos la tarde/noche para que conozcan la Ciudad. En ese entonces no era tan normal que los pibes vinieran acá, la mayoría no conocía Buenos Aires. El domingo se usaba para reunirse, jugar, comer y a las cinco de la tarde se despedían y regresaban a sus pagos.
Luego tocaba visitarlos a ellos. Era una regla de oro, no se podía no ir. Los chicos se encontraban con clubes de barrio del interior, con otro folclore, y hasta otras comidas. Se hacía un intercambio de culturas muy lindo para los chicos. Podían haber miles de diferencias, pero lo que nos unía era lo mismo: el básquet argentino. Sé que en parte esto se sigue haciendo, ojalá todos lo cumplan.
Jorge Gutiérrez en el centro de la imagen, junto al minibásquet de Boca.
-¿Qué impacto generaban esos Encuentros?
Durante los primeros diez o veinte años los Encuentros eran una cosa novedosa, al punto que se replicó en todo el país. Era una experiencia increíble para los más chiquitos. Es como que San Lorenzo juegue con los Cavaliers de la NBA. El hecho de viajar, ir a la casa de otro y quedarse ahí era una experiencia muy valiosa, sobre todo desde lo cultural. Ibas a donde te tocaba y te la bancabas. Otra cosa rescatable es que además de hacer partidos entre los clubes, jugaban mezclados entre ellos, en método ‘jamboree’. Mi papá hasta el día que murió los obligaba a que se juegue así. Estaba convencido que ahí se consolidaba la integración. Todos los que participaron alguna vez de un Encuentro lo recuerdan con gran cariño, sigan jugando o no. Son cosas que te quedan marcadas. En nuestro caso, sobre todo, cuando nos tocaba ir después al interior.
-¿Qué reflexión te merece el nuevo formato que se está buscando establecer en el Encuentro?
Me parece excelente, se ha dado un paso adelante para que todos los chicos terminen ese fin de semana tan especial con una sonrisa aún mayor y un recuerdo muy grato. Quiero destacar la gestión de Fabián Borro y de cada miembro de la Comisión Directiva de FeBAMBA en esto. Están todo el tiempo buscando innovaciones. Podrían haberse conformado con los Encuentros en los que los chicos dan una vueltita y se van, pero no lo hacen porque sienten pasión por lo que hacen. FeBAMBA marca el camino, y es para sacarse el sombrero. Es un enorme compromiso recibir a tanta gente y organizar semejante logística, con tantas personas trabajando para que todo salga excelente. Considero que este es otro logro de esta gestión de FeBAMBA, que se esfuerza por mantener viva la llama del básquet más allá de todos los padecimientos por los que están pasando los clubes de barrio. Asimismo, hay muchas personas que se esfuerzan dentro de cada club para que el minibásquet crezca, y esto me genera una gran emoción.